Jose Miguel Marty Chile, 1981

Con la obra de Marty nos encontramos ante dos lenguajes y dos búsquedas completamente diferentes. 

En un comienzo su obra es fundamentalmente pictórica, influenciada por su formación académica y esencialmente por el surrealismo. Sin embargo, esa misma necesidad de trabajar con imágenes sobre un plano lo conduce en algún momento al re-ordenamiento del caos visual para trasladarse a un campo completamente geométrico.

Podríamos decir metafóricamente que Marty desarrolla un proceso parecido al de la creación misma del universo.

Desde el caos, hacia el orden geométrico y luego a la creación de nuevos seres.

 

Denota Marty una inquietud por la creación que le impide quedarse mucho tiempo en un mismo lenguaje. La exploración aleatoria tiene un fin, y ese es,  dar vida.

Su encuentro con la artesanía tradicional es la justificación no sólo para el rescate del oficio, sino para convertirse en el recolector de algodón, en el explorador de cuevas de mineral, en el tejedor, en el artista y luego en el padre.

 

En la serie “Piedras brotadas”,  se hace evidente su búsqueda por unir elementos vitales con la intención de intervenir las fases lógicas de la naturaleza. Se transforma en un delegado en el orden de las corrientes de la misma vida.

Marty es capaz de traer hasta nuestra presencia peculiares  nuevos  personajes;  mitad piedra, mitad vegetal. El artista busca a través de las texturas y formas orgánicas de sus piezas dotar a cada una de un carácter particular y único,  siendo imposible negar que existe un corazón latiendo dentro de cada una de ellas.

 

“Ya son 9 años de estudios de técnicas populares y aplicación de ellas, dialogando y articulando actividades con artesanos y especializándome en el trabajo en fibra vegetal, lana y otras materias primas vernáculas”.

 

José Marty, Diciembre 1981, Santiago de Chile.  Reside actualmente en Copiapó, ciudad del norte de Chile donde desarrolla gran parte del proceso creativo que apreciamos actualmente.

Su padre de ascendencia francesa marcó de manera importante una mixtura

cultural evidente en su inclinación estética y en la visión multicultural tan presente en su obra.

A los cuatro años vivió en París mientras sus padres intentaban hacer un camino.

Posteriormente regresó a Chile, sin embargo, a los 18 años la vida nuevamente le llevaría a experimentar una estancia en París, ciudad con la que tiene una conexión emocional enraizada en su línea familiar.

“París siempre ha estado metido en mi inconsciente, mi ascendencia francesa viene de Marsella a la que se unen los orígenes Mapuches de mi madre”.

 

Manifiesta sentirse influenciado por los filósofos alemanes del Romanticismo, pero confiesa que el surrealismo y especialmente Dalí son elementos fundamentales en la génesis de su hacer creativo. Esto último por mucho tiempo lo consideró un cliché debido a su formación  en la Universidad de Chile, donde ciertos nombres no eran considerados dentro del panteón de los artistas relevantes por los académicos.

 

Por motivos personales cambia su residencia a Copiapó, donde inmerso en la naturaleza,  en la solemnidad del desierto,  transforma sus métodos expresivos y  su sistema de vida completamente.

 

Ha expuesto su trabajo en distintos lugares de Chile, Argentina, Francia e Inglaterra, sintiéndose siempre en parte fragmentado por las diferencias culturales que coexisten en su ser y que sin embargo son el motor para crear piezas artísticas  dignas representantes de un nuevo mundo.